Érase una vez una niña que inventaba sus sueños. Durante años su único juguete fue una caja de hojalata llena de lapiceros de colores. Sentada frente a la ventana, pasaba las horas iventando historias en las que los protagonistas eran los lapiceros que iban cobrando vida con sus nombres propios y sus peripecias, sus miedos y sus deseos.
jueves, 8 de noviembre de 2007
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