miércoles, 14 de noviembre de 2007

De Policarpio ya hemos hablado en otras ocasiones. De todos es conocida su pasión por las matemáticas y la justicia social. Después del último trabajo del que tenemos noticias, los banqueros le acusaron de terrorista de los números. Y así le fue. Acabó con sus huesos en la cárcel y allí pasó dos años, once meses, tres horas y treinta y tres segundos. El tiempo suficiente para volver a hacer de las suyas. Con su mente matemática reestructuró los talleres de la cárcel de forma que su producción y rentabilidad lograron generar los beneficios suficientes para que cada uno de los trabajadores drogadictos pudieran costearse con dignidad su dependencia.
Prometo seguir informadoos, nada más que lleguen a mis oídos, de las futuras aventuras y peripecias de Policarpio.

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