-Tu abuelo Armando había nacido con un don. No podía mirar a nadie a los ojos porque decía que en sus pupilas veía sus miserias, y se deprimía mucho. El día que comenzamos a salir de novios me confesó que era la primera vez que era capaz de aguantar la mirada de otra persona porque en mis ojos sólo veía su reflejo. Y, desde entonces, no nos separamos un solo día. Hasta ayer. Y ahora, cariño, duérmete, que mañana será otro día.
miércoles, 3 de octubre de 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario