miércoles, 3 de octubre de 2007

Según iba escribiendo, las letras se iban transformando materialmente en aquella mujer y en aquel hombre que describía y, según la tinta de su pluma teñía el papel, los dos enamorados se cogían de las manos y se abrazaban.
Sintió una nostalgia insufrible.Tiró la pluma sobre la mesa, agarró el papel, lo rompió en cuatro pedazos y lo tiró al fuego.
Fue precisamente en aquel momento cuando rompió a llorar porque se dio cuenta de que en aquella otra ocasión de hacía ya mucho tiempo tampoco había sido lo suficientemente valiente.

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