domingo, 28 de octubre de 2007

El poeta escribió un verso y las letras empezaron a pelearse entre ellas por ver cuál era más importante.
La "e" reclamaba para sí el primer puesto, porque era el principio de todo, incluso de la palabra "esperanza".
La "a" de "amor" no albergaba duda alguna de su privilegio: de su origen salía lo más bonito del mundo.
La "o" andaba un poco mustia, pues no sabía muy bien por qué palabra combatir, si por la "o" de "amor", en competencia con la "a", o por la "o" de "ilusión".
La "i" puso el punto sobre la discusión, alegando que sin las palabras anteriores no merecía la pena la vida pero que sin su participación en la palabra "morir" nunca existirían las demás porque la vida no encontraría nunca su sentido.
Y el verso volaba solo. El poeta se quedó atónito.

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