miércoles, 19 de diciembre de 2007

Érase una vez una mujer que sufría insomnio y se pasaba horas y horas con los ojos cerrados dibujando sueños.
Una noche coloreó de verde los mares y se sumergió en sus olas. Nadó hasta agotarse y se cayó rendida.
Otra noche le dio por teñir de amarillo el cielo y voló como una gaviota alocada hasta que se perdió en el horizonte.
En una ocasión modeló de nuevo todas las pistolas del mundo retorciendo sus cañones en espiral. Desaparecieron todos los cañonazos, se hizo un silencio infinito y placentero, y se durmió en paz.
Pero, una mañana..., una mañana... tan a gusto estaba en sus sueños que se rebeló. Se negó a despertar.

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